viernes, 7 de junio de 2013

Furor

Es lo que yo tengo, furor, sí. Después de unas semanas sin prácticamente escribir (aquí) pretendo volver por mis fueros. En estas semanas ha pasado de todo, como es habitual en este país, donde las noticias van tan rápidas que si dejas de leer los periódicos un mes, crees que vives en otro lugar.

Después de la irrupción de José Mari en el panorama (sólo para dar un poco por culo a Rajoy, parece que la cosa se va a quedar ahí), el encarcelamiento de Blesa (amigo del anterior), la bajada del paro en mayo (buena noticia si fueran contratos indefinidos), la despedida de Mourinho (que crispaba más a la gente que una intervención del ministro Wert), los viajes a eurodisney de la Mato (pagados por la gürtel, pero ella que nada, que no sabe nada), la carga de profundidad de los estudiantes que no le dieron la mano al ministro y la irrupción de la fiscalía del estado como abogados defensores de los corruptos, parece que ha pasado un siglo. Pero no, seguimos en un estado donde la pobreza va a más, donde los niños comienzan a estar desnutridos y mi cuenta corriente comienza a dar preocupantes signos de desgaste.

¿Qué vamos a hacer? ¿Quedarnos parados viendo como todo se derrumba a nuestro alrededor? A lo mejor es lo único que podemos hacer sin caer en la violencia, de las ganas que se observan en la calle de quemar sucursales bancarias y poner una guillotina en la plaza del pueblo. Ya no se trata de saber si va a existir una explosión social si no cuando va a ser, que gota colmará el vaso de las ofensas, cuando dejaremos de poner la otra mejilla, como si fueramos alumnos de la nueva asignatura de religión, perfectamente proselitistados (uff).

Ya estoy un poquito mejor, no hay nada como desahogarse para perder esos gramos de furor que causa la visión de las noticias. Ójala todo el mundo pudiera hacerlo escribiendo, pero no creo que sea una opción.

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