Ya se respira en el ambiente la fragancia de las próximas elecciones en Galicia. Huele a una mezcla de sudor rancio y miedo. Miedo por que nadie sabe muy bien que va a pasar, que lado pesará más en la balanza de las urnas.
El pp, el partido en el poder, no lo tiene nada claro. Primero, la gestión ha estado llena de encontronazos, con huida de conselleiros a Madrid, con el temita de las preferentes, la lucha antiincendios y la emigración de los jóvenes (sin oportunidades) aunque nos digan desde el púlpito que somos la economía más saneada de españa (vaya mérito, en caso de que sea verdad). Segundo, Rajoy supone un lastre tan enorme como lo fue Zapatero en su momento, por que su desgobierno es espectacular (decía hoy un tertuliano que la prima de riesgo cuando se marchó el anterior presidente estaba en 250, ahora está por los 420 pero ha superado por momento los 500, algo que nos acerca al rescate, según muchos economistas). Tercero, la irrupción del exbanquero, expresidiario y actual tertuliano de intereconomía, Mario Conde, un seguro de pérdida de votos en su sector de la población (ese sector liberal), que, aunque no creo que vaya a sacar escaño, es posible que arañe entre un 1 y un 4% de los votos, algo que nunca viene bien cuando se está justito (recuerdo que el pp actualmente está con 38, sólo uno por encima de la mayoría absoluta).
El psoe se ha convertido en el paradigma de querer y no poder. Con un líder poco mediático, enzarzado en disputas internas en casi todas las agrupaciones, con el alcalde de Vigo (un tipo que se merece un post aparte) como con el antiguo ministro de Justicia, Caamaño. Aparte todo esto se une al hartazgo y desegaño de una parte importante de la población con respecto al partido que dice ser de los trabajadores.
El bng tampoco parece que pueda pescar en las aguas revueltas del panorama político. Sus luchas internas han acabado por desmigajar el bloque en más de tres grupos, aunque mantengan gente con buen perfil dentro de la estructura. En cuanto al candidato, es un tipo no demasiado conocido, pero que puede dar buenos golpes en un debate electoral.
Por último, los únicos que parecen que van a salir beneficiados de todo este embrollo, la alternativa galega de esquerdas, un batiburrillo de escindidos del bloque (con el Beiras a la cabeza), equo, esquerda unida, ect. Estos van a pescar entre los desencantados con los partidos tradicionales, que son muchos, y cuentan con la baza de uno de los pocos políticos en activo con carisma (otra vez Beiras) que, aunque mayor, mantiene la cabeza despejada.
Por supuesto hay más formaciones, pero no creo que lleguen a sacar escaño. Así que la cosa va estar muy repartida.