martes, 25 de noviembre de 2008

Ateísmo

La iglesia está otra vez a vueltas con nosotros. Nuestra actitud anti religiosa es insoportable para ellos. Para ellos y para el resto de las religiones, ya que somos la peor lacra de la sociedad. No sólo por que negamos la existencia de un poder superior o cómo lo quieran llamar (eso ya les jode un huevo), si no por que ahora nos atrevemos a decirlo a la cara de quien sea. Aumentan los apóstatas y los jueces se atreven a quitar crucifijos de los coles. Muchos no cedemos a las presiones familiares a la hora de casarnos y no bautizamos a nuestros hijos (bueno, yo ni una cosa ni la otra, aún soy libre). Estamos de vuelta.

La verdad es que están asustados, por eso hablan de la crisis de valores y lo mal que le va a la sociedad desde que los ateos se dejan ver.
De lo que no se quieren dar cuenta es de que la lacra son ellos. Ellos fomentan el machismo desde sus posiciones antediluvianas (Eva y el pecado original), son ellos los que ayudan a que se desarrollen enfermedades (los condones son malos chicos, es mejor hacerlo a pelo) y la gente sufra por encima de sus posibilidades (el derecho a la vida debería llamarse la obligación a la vida). Ellos son la lacra, sobre todo la parte que ha dejado de creer en las máximas de Jesús, esas de poner la otra mejilla y amar al prójimo, aunque sea diferente.
Desde casi el comienzo son otra forma de regentar el poder, de manejar a las masas en beneficio de otros. La iglesia debe reinventarse por que si no se van a escurrir por el agujero de váter más próximo. Yo me voy a alegrar, aunque con los tiempos que corren no me extrañaría que surgiera algo peor.

domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Estamos aburguesados?

Acabo de recibir un correo sobre la noticia de las sesenta horas semanales. En ese correo, que correrá como la espuma, se acusa a los trabajadores y a la gente en general, de no moverse, de permitir que los gobiernos tomen medidas impopulares sin que pase nada.
Pues es cierto, la gente es gilipollas. Entrar en los motivos no viene al caso, pero es una triste realidad. Somos un montón de cretinos que no nos enteramos de lo que pasa hasta que nos entra una polla por la garganta (esto quizás es un poco grueso, bueno) y no nos queda otra que tragar.

Lo único es que empieza a oírse un runrún, un molesto ruido contra los bancos y las grandes empresas. Poco a poco. Y cuando el río suena es que agua lleva. Otra cosa es que alguien pueda capitalizar todo ese odio que llevamos dentro. Darle un uso con réditos. Por que ya no queda nadie a quien acudir. Los sindicatos, el antiguo capitalizador de esos odios, se han convertido en un instrumento sin ideología. Ya no se preocupan de nosotros. Es algo natural, las cosas crecen y todo se olvida, hasta las convicciones.

Habrá que reconocer que al final han ganado los malos. Y que no estamos aburguesados, sólo estamos dormidos.