Con la crisis los jubilados han despertado. Jose Luis Sampedro, Xosé Manuel Beiras, Julio Anguita, Stephane Hessel, etc. han salido de sus refugios y esbriben, protestan, lideran. No dan por bueno el paso a la muerte dejando cabos sueltos en las vidas de otros y han decidido que pueden hacer valer su experiencia, su carisma, su visión de lo que debería ser el estado de bienestar en los tiempos que corren. Y no parece que sea una mala idea en vista de los vacíos discursos de los políticos de los partidos mayoritarios o la engañosa retórica de los supuestos tecnócratas de Bruselas.
Resulta sorprendente el despertar de Beiras, embarcado en un proyecto joven y rebelde, llenando los aforos de sus mitines, dejando claro que su nacionalismo es internacionalista y que lo más importante ahora es hacer caer a los lacayos de los poderes fácticos. Y a mí me ilusiona.
Es posible que el lunes me cague en todos los votantes que no saben que es lo que están votando, el rescate, los recortes, el descalabro de lo público, pero lo que vislumbro hoy es cambio e ilusión.