lunes, 13 de septiembre de 2010

Champán francés

Tras unos días de debate sobre si dios existe o es un invento de un neanderthal borracho, vuelvo a la carga con otras cosas. Y es que me he dado cuenta de algunos fenómenos muy curiosos, más bien sobre la falta de ellos.

No sé si recodáis los ataques a españa por parte de inversores, de bancos alemanes, del FMI, de los periódicos económicos, etc. Han desaparecido, casi al mismo tiempo que el gobierno anteriormente socialista llevaba al congreso una reforma laboral llena de cosas como el abaratamiento del despido (en un montón de modalidades, pero mi favorita es la de "previsión de pérdidas"). Magia potagia, milagro de dios, son las únicas explicaciones que se me ocurren. O a lo mejor no.

No soy mucho de conspiraciones paranoicas (y eso que soy lector del público) pero es que esto da que pensar. Los ataques del pasado junio (en un momento de relativa buena marcha de la economía dentro de lo que es esta crisis) estuvieron más allá de lo normal. Se percibía una presión pocas veces vista. "Vais a acabar como Grecia", "España va de culo", "Este país no es competitivo". Joder, si es que llamo Obama para echarle la bronca a Zapatero. Y entonces el tipo al que votaron diez millones de españoles (seguramente no para esto) decide empezar haciendo unos recortes de campeonato, bajando el sueldo a funcionarios y congenlando pensiones, para acabar con un a reforma laboral a la medida de Díaz Ferrán. Y se acaba la presión internacional.

Entonces empieza la presión de los sindicatos convocando una huelga tarde, que va a ser un fracaso. Unos sindicatos lastrados por una baja popularidad (pregunten en "El Mundo", "La Razón" y "ABC") acusados de vivir de rentas y con un escaso tirón mediático. Trabajo completo. Un conspirador (o conspiradora) en la sombra debe de estar brindando con champán francés, fumándose un puro y acariciando las nalgas de su joven amante.

Recuerdo un temazo que viene al caso. Habla de otros tiempos, pero son los mismos perros con distintos collares. Y del mismo partido.

Hace muchos años que sé que los ciudadanos de a pie no contamos nada más que para consumir y currar. No me extraña dado el alto porcentaje de gilipollas que existe entre nosotros. Nos dicen que podemos elegir y eso hacemos. Entre los productos de un supermercado, entre las distintas marcas de coche, entre los dos políticos que se presentan a las elecciones (pocos votamos la opciones minoritarias). Pero no elegimos nada más. Desde luego no nuestra vida. Eso sólo está al alcance de unos pocos, gente que toma champán francés, fumándose un puro mientras acaricia las nalgas de su joven amante.

2 comentarios:

razonesobvias dijo...

¿Has hecho algo para poder elegir tu vida?

Rato Raro dijo...
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