viernes, 16 de diciembre de 2011

Un cierto jugueteo

El hombre se aferraba a las palabras que le habían enseñado de niño, no podía evitarlo. Cada vez que oía "estocaje" para referirse a "almacenaje", un dolor sordo se instalaba en su pecho. Cuando escuchaba en la radio que iban a "liberalizar" los puestos de trabajo, una voz le susurraba la traducción en su cerebro. Tampoco entendía la "gestión privada" de "hospitales públicos", quizás por los vicios adquiridos en el pasado, el más grave el de pensar, dándole vueltas a la cabeza buscando las etimologías de las palabras o los significados reales.

Aquella tarde, mientras iba en autobús (sentado junto a la ventanilla, eso sí), descubrió en un cartel de venta de edificios una palabra, el nombre de una sociedad encargada de la gestión de la venta de inmuebles a través de otra empresa. El nombre de esta sociedad era Copronova. Del gr. κόπρος, excremento y del lat. nova, nueva. 


Pensó, mientras se alejaba, que a veces los errores a la hora de poner nombres se compensaban con los significados reales que adquirían esos nombres inventados. 


Pd.- Copronova es real, maldita sea.

3 comentarios:

Rato Raro dijo...

No sé, no sé...noto como cierta crítica al lenguaje utilizado por los economistas.

Un abrazo,

Rato Raro

jaramos.g dijo...

En el caso de "Zapatero", el mecanismo está claro. Y en el de "Botín", su primo hermano (hasta ahora). ETc. Feliz Navidad.

ofillodekurosawa dijo...

Unos genios del marketing. Como los del bar o'raro (real también).
Por cierto zapatero en alemán es schumacher, completando el círculo política-banca-alta velocidad