A ningún lector habitual del blog le sorprenderá que desde aquí (esta tribuna minúscula en un mundo digital lleno de voces más fuertes que la mía) vaya hoy a comentar la foto en la que el rey sale con un elefante abatido al fondo. Por un giro del destino en forma de justicia divina el monarca se ha roto la cadera en un accidente cuando se encontraba en África matando animales y la foto, de 2006 dicen, ha aparecido como portada de periódicos, ilustrando la noticia.
No quiero extenderme en cuanto al precio de estas cacerías ni a lo poco afortunado del momento en que sale la noticia ni que el rey ya haya tenido preocupaciones de esta índole, como aquella vez que se le acusó de matar osos borrachos en la Europa del este. Y no me quiero extender por que creo que la foto es suficientemente explícita, horrenda, de una ilógica fealdad que hace daño a los ojos. Por eso no la cuelgo, por que no quiero ver en mi blog la foto en la que salimos retratados. Se puede ver en otros sitios.
Los elefantes son una especie en peligro de extinción, los mamíferos terrestres de mayor tamaño y un icono de la lucha contra la caza furtiva. Se les caza por el marfil de sus imponentes colmillos y por deporte. Deporte como vicio, como descarado espectáculo del poder del hombre sobre la naturaleza salvaje. Me pregunto que gracia tiene disparar sobre un blanco de ese tamaño, con una munición de bastante calibre y dejar una instantánea en la que esa fuerza aparece desparramada contra un árbol, en una suerte de accidente de tráfico en la que el culpable aparece sonriente con el cadáver detrás, posando orgulloso de haber hecho que un gigante clave las rodillas en el suelo.
Los detalles son algo que se debe cuidar, la gente tiende a ver en ellos cosas más relevantes. Y esa foto resulta algo poco estético.
A MI MEJOR AMIGA
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Estaré contigo hasta el final te buscaré en todas partes bajo la luz y las
sombras en los dibujos del aire Estaré contigo hasta el final te pediré de
rodil...
Hace 4 años
2 comentarios:
Lo mires por donde lo mires, esta cacería fue, como mínimo, una equivocación. No se redime sopesando los servicios pasados de la Monarquía a España, puesto que los dirigentes políticos deben pasar examen y probar cada día. Me ha gustado mucho el artículo; pese a la denuncia, es muy elegante.
Como siempre encantado de que te pases por aquí.
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