En un mundo sin ilusiones se agradece un poco de autoestima. ¿Y si la vida solo fuera un proceso de transformación en el que al final nos morimos más viejos y estropeados? ¡Ay! Nos putean todos los sentimientos encontrados que se cuelan por los agujeros de mentes desconcertadas por los cambios que se producen sin que seamos capaces de entenderlos. Y seguimos esperando algo que nos haga cambiar más rápidamente de lo que nuestros cuerpos, cerebros, músculos y corazones son capaces de soportar. Y aún así los ansiamos desesperados, como si se nos fuera la vida en ello (algo que realmente pasa, por que no los soportamos). Te haces viejo y hay momentos en los que piensas que has desperdiciado tu vida, tus talentos ocultos (que quizás nadie, nunca, sea capaz de descubrir, ni tú mismo), y ya no hay marcha atrás. Y piensas en las oportunidades perdidas y en las elecciones desacertadas, y te lamentas como siempre, dudando de nuevo que dirección escoger. A mí que me importa el mundo. Solamente gira sin darme tiempo a perseguirlo, intentando no sufrir un colapso nervioso. Escribo más rápido de lo que pienso. Es posible que esto solo sea una terapia contra la rutina o la depresión y lo que necesite sea, solo como posibilidad, echar un polvo.
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