jueves, 11 de diciembre de 2008

Apuntes II

En un mundo sin ilusiones se agradece un poco de autoestima. ¿Y si la vida solo fuera un proceso de transformación en el que al final nos morimos más viejos y estropeados? ¡Ay! Nos putean todos los sentimientos encontrados que se cuelan por los agujeros de mentes desconcertadas por los cambios que se producen sin que seamos capaces de entenderlos. Y seguimos esperando algo que nos haga cambiar más rápidamente de lo que nuestros cuerpos, cerebros, músculos y corazones son capaces de soportar. Y aún así los ansiamos desesperados, como si se nos fuera la vida en ello (algo que realmente pasa, por que no los soportamos). Te haces viejo y hay momentos en los que piensas que has desperdiciado tu vida, tus talentos ocultos (que quizás nadie, nunca, sea capaz de descubrir, ni tú mismo), y ya no hay marcha atrás. Y piensas en las oportunidades perdidas y en las elecciones desacertadas, y te lamentas como siempre, dudando de nuevo que dirección escoger. A mí que me importa el mundo. Solamente gira sin darme tiempo a perseguirlo, intentando no sufrir un colapso nervioso. Escribo más rápido de lo que pienso. Es posible que esto solo sea una terapia contra la rutina o la depresión y lo que necesite sea, solo como posibilidad, echar un polvo.

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