viernes, 28 de octubre de 2011

El silencio quema, a veces, la yema de los dedos.

El ruido de las gotas cayendo sobre la bañera era lo único que se oía. Nada más, ni el rumor de los coches en la calle, ni la radio de los vecinos, ni el perro del cuarto. Solamente el goteo constante sobre la superficie del agua. Cesó, como terminan las películas tristes o las vidas de los insectos. Con un grito inaudible, en silencio. Me levanté extrañado, pensando en que quizás era demasiado temprano, pero pronto vi la hora en el reloj del móvil, otra vez sin red. Nueve y media de la mañana, los rayos de sol se colaban entre las rendijas de la persiana formando un entrecruzado digno de un film sobre ladrones de arte. No intenté esquivar las luces y sonó la alarma, repitiendo su melodía muda a los cuatro vientos. Encendí un cigarrillo y me quedé pensando. Tanto tiempo, que al final la brasa atravesó toda la ceniza hasta llegar a las yemas de mis dedos.

El silencio favorece la concentración y las quemaduras en mis dedos.

6 comentarios:

Rato Raro dijo...

Me ha encantado este post. Para mi uno de tus mejores...

Un abrazo,

Rato Raro

PD: Me gusta romper con el silencio cuando leo algo que merece la pena.

Soyunmendrugo dijo...

Es más un microrelato que un post, pero post al fin y al cabo. Gracias.

unsantoenlaciudad dijo...

Compra cigarrillos rusos. Tienen el filtro más largo por aquello de que ellos fuman con guantes.

Soyunmendrugo dijo...

Es una buena idea, tendré que probarlos.

jaramos.g dijo...

Muy bueno el cuentecillo. Me quedo con este pasaje, tan conseguido: "Cesó, como terminan las películas tristes o las vidas de los insectos. Con un grito inaudible, en silencio."
Felicidades, amigo Soyun.

Soyunmendrugo dijo...

Está bien hacer algo aparte de hablar de política, que es algo poco agradecido. Gracias por pasarte.