martes, 13 de noviembre de 2012

Las cosas no acaban de salir del todo bien

Imagino que sigo con mi resaca postelectoral pero podría ser cualquier otra cosa en este mundo raro en el que vivimos. Estoy absolutamente desganado, no tengo ganas de escribir, me resulta dificil pensar en el futuro sin verme en la cola de embarque de un aeropuerto y la huelga general, lejos de animarme a lanzar proclamas anticapitalistas por la red y las calles, me sume en un estado de melancolía propio de un poeta del 19 (imagino que hubiera estado mejor escrito con números romanos, pero la verdad es que me importa un bledo).

Lo he dicho tantas veces en este blog que ya me da igual que suene a repetido. Todo esto se va al carajo y a nadie parece importarle demasiado, desde luego a mí ya no. No por que no me parezca justo otro resultado, sino por que ya no sé si nos lo merecemos, aunque paguemos justos por pecadores. Y esto es por que da la desesperante sensación de que el castillo de naipes se derrumba por que cada carta parece marcada por un jugador tramposo, por ese sentimiento egoísta y falto de escrúpulos que todos llevamos dentro.

No son los banqueros, son sus clientes, ni los políticos, son sus votantes, no son las injusticias, son sus víctimas las que no protestan, las que se quedan paradas esperando que prenda una chispa que nunca llega. Y ni siquiera estoy seguro de que la explosión resultante sacara unos resultados menos decepcionantes.

Es tarde, está entrada la noche y sólo se escuchan los ruidos de algunos coches que llevan de un lado a otro a sus conductores. Yo me mantengo sereno e intranquilo ante los mandos de mi ordenador, de mi nave poco especial, dibujando palabras en una tinta electrónica que tiene el sello del olvido y el destino de las cosas que quedan enterradas bajo las avalanchas. Y pregunto, en un respetuoso silencio que no moleste a mis vecinos, que hemos hecho para merecernos esto. Y me respondo a mi mismo que la justicia es solamente un deseo y que poco importa lo que nos merezcamos o no, todo queda en manos de otros que no tienen miramientos a la hora de sacarnos nuestros sueños a golpes de desengaños.

3 comentarios:

Rato Raro dijo...

La única causa pérdida es la que se abandona.

Un abrazo,

Rato Raro

Soyunmendrugo dijo...

Sólo me flagelo un poco, pero soy muy melodrámatico...

jaramos.g dijo...

No nos culpemos de aquello de lo que no tenemos culpa, Soyun.