viernes, 29 de marzo de 2013

Sensaciones pasadas por agua

Llovía. Llovía como si nunca antes lo hubiera hecho, aunque hacía tres horas había caído tanta agua como para ahogar a un delfín. No era ninguna novedad, pues en los meses de invierno la cosa se había puesto tan fea que el musgo había sido capaz de colonizar las manchas grisáceas de humedad que se habían hecho fuertes en la cocina. El tiempo reinante había puesto a la biblia en su sitio, aunque llueva cuarenta días la tierra no es capaz de inundarse, sólo se coagula en forma de barro que arrastramos hasta los felpudos de nuestras casas, ahora transformados en maceteros. Llovía y yo pensaba que las manchas moradas de mi cuello se podían transformar en branquias.

La lluvia no deja que baje demasiado la temperatura, pero hace que el frio se te meta en los huesos, tan adentro que crees que tu estructura interna está trabajada en hielo. Las mantas no son capaces de calentarse y hacía semanas que toda mi ropa se amontonaba en el triqui-triqui. Tapado por una manta de forro polar y vestido con unos calzoncillos de licra negros y una camiseta gris sin mangas, llena de manchas de sobrasada, me conformaba leyendo una historia policíaca en el salón, mientras el perro se tumbaba en la alfombra, lamiéndose enfermizamente los huevos.

Cuando el protagonista del libro se enfrentaba a puñetazos con un una banda de matones musculados a base de hormonas, me levanté, miré hacia afuera y una sensación de abatimiento se presentó de improviso. Abrí la ventana y grité:

- ¡Me cago en dios! ¡Es que no va a dejar de llover en la puta vida!

viernes, 22 de marzo de 2013

Los ejemplos que nos ofrece este mundo no son alentadores

Lo cual no es ninguna sorpresa al ritmo de mierda (casos de corrupción, declaraciones de empresarios, peleas entre jueces, etc) que emiten en los espacios que manejan noticias. La reforma laboral, la crisis y la situación de precariedad nos empujan en una dirección poco prometedora, la que señala un precipicio bajo nuestros pies.

Aunque parezca mentira se siguen ofertando puestos de trabajo, sí. Pero los tipos que los ofrecen han decidido que pueden girar la tuerca una vuelta más. La necesidad aprieta, los niños no pueden pasar frío y las estufas exigen su ración de carbón, así que los padres de familia tienen que verse en la tesitura de aceptar horas extras sin cobrarlas y sueldos al límite. Si no lo haces tú ten por seguro que hay alguien por ahí con menos escrúpulos o mayor necesidad, eso es lo que se da a entender.

Conviertete en contorsionista, flexibiliza tu vida, tu trabajo, tu familia, mejora el rendimiento de nuestras empresas llevando tu vida al precipicio, hay más gente detrás esperando a que sodomicen su tiempo, sus expectativas, sus sueños.

El martes tengo una entrevista en la que me van a ofrecer un sueldo miserable por un trabajo que no quiero aceptar. Yo aún tengo la suerte de poder rechazarlo, aunque estoy seguro que detrás mía hay varios desesperados que pensarán que es una oferta atractiva. Y lo peor es que no podré echárselo en cara.


sábado, 16 de marzo de 2013

Hola Paco

Paco es un extraño hipocorístico de Francisco. No es el único (Frasco, Chisco, Fran, Francis, etc.) pero sí el más arraigado en la cultura popular de nuestro país. Por eso desde aquí es el nombre con el que voy a llamar al nuevo Papa, que ha escogido como nombre Francisco, quizás intentando hacer creer que va intentar convertir la iglesia en otra cosa diferente a lo que es ahora, una institución pegada al poder, llena de recovecos, sectas propias y laberintos que se pierden en la mítica ciudad de Roma.

Poco importa el cambio de Papa, es imposible que las cosas se muevan en un emporio con sus columnas bien sujetas por el barro de la historia (recomiendo repasar la de los papas, en especial los de origen español). La iglesia es una losa difícil de trasladar.

Por eso lo que me importa a mí, que soy ateo, es como afecta a mi vida. Y siempre que pienso esto me vienen a la cabeza los ministros del Opus dei. No puedo referirme a los de ahora, de los que sólo se sospecha una proximidad hacia la organización, aunque nadie sabe a ciencia cierta cuanto están metidos. Se habla de Pedro Morenés, defensa, Jorge Fernández, interior, Ana Mato, sanidad, y Margallo, exteriores. Tampoco es que sea una sorpresa pues ya se sabe que ha habido ministros pertenencientes a esa ... cosa. Lo dice el propio Opus dei en su página web. Un buen montoncito de ministros franquistas.

Estamos hablando de una organización de sólo 90.000 miembros, con creencias bastante reaccionarias y con una preocupante cercanía con los círculos del poder y una fuerte presencia en la capital del imperio cristiano.

Por eso le digo al Papa Paco que si quiere hacer honor al nombre elegido (el de un santo que abandonó las riquezas para compartirlo todo con los pobres) debería de mirar a las intestinos de su organización, por que están llenos de billetes de quinientos.

viernes, 8 de marzo de 2013

Elementos a desencriptar

La paciencia no caracteriza al protagonista de este relato, es un tipo con demasiado ímpetu, alguien que parece haber desayunado bebidas energéticas aliñadas con cocaína. Es un hombre ansioso, aunque bien parecido (como si esas dos particularidades no pudieran ir unidas, en fin...) de pelo largo castaño, habitualmente algo grasiento, ojos verdes y sonrisa trastocada, siempre a punto de ser borrada por esa boca de labios finos y apagados.

Ahora está mirando hacia algún sitio, no estoy muy seguro de adonde. Toma una coca cola zero en la mesa más cercana a la puerta y juguetea con un bolígrafo, que da piruetas entre sus dedos. Lo hace como quien se fuma un cigarrillo, sin darle demasiada importancia, ni siquiera cuando lo lanza al aire, con fuerza, como si fuera a tocar el techo. El bolígrafo cae y él ha desaparecido en el lapso de tiempo que ha transcurrido desde que el boli despegó hasta que ha aterrizado sobre la lata, que vuelve su posición de vertical a horizontal para derramar ese líquido sin azúcar (pero que dicen sabe igual al producto original) sobre la mesa.

Ha desaparecido, pero no parece que me extrañe, he visto pasar lo mismo un montón de veces, mirando de reojo tras la barra. Siempre paga la consumición en el momento en que se la sirvo. Pero esta vez me da la impresión de que va a pasar tiempo.

Con los años se me va borrando la imagen de su cara, de una forma parecida a como se desvanece el humo de un cigarrillo. Imagino que ahora no podría reconocerlo.

Un hombre entra en el bar. Tiene unos cincuenta y cinco años, el pelo ralo y canoso, los ojos verdes y la sonrisa amplia, remarcada por unos labios finos y apagados. Pide una menta poleo y se sienta en la mesa más cercana a la puerta, como si fuera un ritual que no se hubiera repetido en años. Saca una pluma estilográfica del bolsillo de su camisa blanca y la arroja hacia el techo. Sigo la trayectoria en el aire y recuerdo algo mientras va bajando. El protagonista de este relato siempre pagaba la consumición en el momento de servirla.

viernes, 1 de marzo de 2013

Huérfanos de espíritu

Así me siento desde ayer a las ocho cuando Benedicto se convirtió en emérito. No me preocupa, ya que otro jerarca viejuno lo sustituira en unas semanas y tendrá que lidiar con los escádalos sexuales, las intrigas vaticanas y todo eso tan divertido que se vive en la ciudad blanca y oro. La iglesia es una nave difícil de dirigir por que navega un mar etéreo como el aire y por que dios está en todas partes y en ninguna.