viernes, 31 de enero de 2014

Me ausento, tengo cosas más importantes que hacer

No, el título del post no tiene que ver conmigo, aún sigo aquí, como la lluvia que cae incesante, mojando las aceras, los coches, las fachadas y nuestro, cada vez más plomizo, estado de ánimo. Hablo de, como no, la musa de siempre de este blog, Aznar.

Aznar no va a la conferencia, reunión, cuchipanda o como se llame, que tienen los ¿populares? en Valladolid, su ciudad de referencia (de Aznar, digo), este fin de semana. Alega problemas de agenda, algo de que tiene que dar unas charlas o visitar a unos oligarcas o sacarle la guita a algún petimetre forrado de rolexs de titanio y diamantes. Los comentaristas políticos, tertulianos y periodistas versados en política no se lo tragan. Creen que pretende hacerle un feo a Rajoy, decirle con este tipo de gestos que no le gusta como marcha el partido en los tiempos que corren.

Se equivocan. Lo que no le gusta a ese hombrecillo al que el bigote crece hacia adentro es no volver a ser el presidente. Le gustaría volver a guiar el destino del país con mano dura y dirigirnos hacia un futuro esplendoroso, como si fuera el gran timonel (no sé si este es el título que más le guste) que necesitamos. Nos miraría desde su atalaya, con esa mirada entre lo paternalista y lo severo y nos diría que es lo que tenemos que hacer, un plan maestro garabateado en un cuaderno azul. Eso es lo que le gustaría, llegar y ser el honrado salvapatrias que algunos aduladores vocean en determinados periódicos, olvidando la burbuja inmobiliaria, el movimiento de liberación vasco, los negocios de su yerno, los distinguidos invitados a la boda de su hija que se mantienen encarcelados, los correos de Blesa, una guerra y las playas llenas de un líquido negro y viscoso.

Él lo tiene muy claro, ¿por qué la gente no lo aclama para una vuelta triunfal? Razonen la respuesta.

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