El hombre se aferraba a las palabras que le habían enseñado de niño, no podía evitarlo. Cada vez que oía "estocaje" para referirse a "almacenaje", un dolor sordo se instalaba en su pecho. Cuando escuchaba en la radio que iban a "liberalizar" los puestos de trabajo, una voz le susurraba la traducción en su cerebro. Tampoco entendía la "gestión privada" de "hospitales públicos", quizás por los vicios adquiridos en el pasado, el más grave el de pensar, dándole vueltas a la cabeza buscando las etimologías de las palabras o los significados reales.
Aquella tarde, mientras iba en autobús (sentado junto a la ventanilla, eso sí), descubrió en un cartel de venta de edificios una palabra, el nombre de una sociedad encargada de la gestión de la venta de inmuebles a través de otra empresa. El nombre de esta sociedad era Copronova. Del gr. κόπρος, excremento y del lat. nova, nueva.
Pensó, mientras se alejaba, que a veces los errores a la hora de poner nombres se compensaban con los significados reales que adquirían esos nombres inventados.
Pd.- Copronova es real, maldita sea.
A MI MEJOR AMIGA
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Estaré contigo hasta el final te buscaré en todas partes bajo la luz y las
sombras en los dibujos del aire Estaré contigo hasta el final te pediré de
rodil...
Hace 4 años